Después
de varios meses de preparación, los días previos al inicio del
viaje me invadió una ansiedad absolutamente irracional. Pero cuando
a las 7.00 hrs. sonó el despertador, lo apagué de un enérgico
manotazo, le di un codazo a mi mujer para que despertara y
desapareció toda ansiedad. “Venga
Miren... Que me voy pa Sudáfrica!”
Me dejó en la estación a las 7.45 donde me encontré puntualmente
con César, Héctor y Óscar. Salimos a las 8.00 hrs. y llegamos a
Madrid a la hora prevista, donde nos unimos con los amigos navarros
José y Diego. Tras los pertinentes saludos y presentaciones nos
acercamos al mostrador de facturación. Viendo los gigantescos
equipajes que llevábamos, me preguntaba si no deberíamos haber
alquilado un par de autocaravanas en vez de dos pequeños
utilitarios.
Salimos a la hora prevista. Durante el vuelo converso un buen rato con Hatuum, un egipcio simpatiquísimo que trabaja como guía turístico en El Cairo. Vuelve de Madrid de ver a un famoso oftalmólogo que le va a operar de una enfermedad en un ojo. Realmente un tipo agradable y que me hizo ver claramente que mi inglés deja mucho que desear. Llegamos a El Cairo sobre las 20.45 hrs. En el control, charlamos un rato con un personaje de Tomelloso (de cuyo nombre no quiero acordarme) que viajaba por trabajo a Etiopía. No hace más que hablar mal del país, de manera muy despectiva. Pese a su simpatía natural, empieza a caerme mal. Al poco rato, mientras esperamos el embarque, volvemos a ver al tipo y vuelve a charlar un rato con nosotros. Cuando se me acerca le huele el aliento a vino desde dos metros. Ha debido beberse una botella entera en el W.C. el hijoputa.
Esperamos hasta las 11.00 hrs. y embarcamos hacia Johannesburgo. Nos montamos en un gran Boeing 747 con una fila central de cuatro asientos. Como va medio vacío, todo el mundo consigue un sitio en una de esas filas centrales para dormir a pierna suelta. Todo el mundo...menos yo, claro! A pesar de todo, consigo dormir a ratos en mi asiento individual. Noche en vuelo.
Salimos a la hora prevista. Durante el vuelo converso un buen rato con Hatuum, un egipcio simpatiquísimo que trabaja como guía turístico en El Cairo. Vuelve de Madrid de ver a un famoso oftalmólogo que le va a operar de una enfermedad en un ojo. Realmente un tipo agradable y que me hizo ver claramente que mi inglés deja mucho que desear. Llegamos a El Cairo sobre las 20.45 hrs. En el control, charlamos un rato con un personaje de Tomelloso (de cuyo nombre no quiero acordarme) que viajaba por trabajo a Etiopía. No hace más que hablar mal del país, de manera muy despectiva. Pese a su simpatía natural, empieza a caerme mal. Al poco rato, mientras esperamos el embarque, volvemos a ver al tipo y vuelve a charlar un rato con nosotros. Cuando se me acerca le huele el aliento a vino desde dos metros. Ha debido beberse una botella entera en el W.C. el hijoputa.
Esperamos hasta las 11.00 hrs. y embarcamos hacia Johannesburgo. Nos montamos en un gran Boeing 747 con una fila central de cuatro asientos. Como va medio vacío, todo el mundo consigue un sitio en una de esas filas centrales para dormir a pierna suelta. Todo el mundo...menos yo, claro! A pesar de todo, consigo dormir a ratos en mi asiento individual. Noche en vuelo.
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